El susodicho director general no dijo ni mú acerca de los graves problemas a los que ahora apunta cuando, pongamos por caso —es solo un poner— se procedió al encendido del alumbrado de la Feria de Abril de Sevilla donde se alardea del elevado número bombillas —una auténtica barbaridad dicho en el mejor sentido de la palabra— que iluminan cada año el espectacular recinto ferial sevillano. También levanta suspicacias el hecho de que en su misiva se hace referencia a que en Andalucía la Navidad se haya vivido, según su particular visión, como algo vinculado históricamente a viejas tradiciones folclóricas, gastronómicas y musicales.
Es todo un dislate, cargado de sectarismo, argumentar, con el peso de la historia, que en los siglos pasados, pongamos por ejemplo —es sólo otro poner— en el siglo XVII, la celebración de la Navidad era nada más y nada menos que una manifestación folclórica gastronómica y la musical. Con tal afirmación no sólo hace gala de una ignorancia supina, sino que apunta a algo mucho más grave al dejarla reducida a cánticos y comidas ignorando —me temo que silenciándolo intencionadamente— el carácter religioso de la Navidad. El desconocimiento y la incultura —aunque se trate de un director general que hace buena la frase de Zapatero de que cualquiera puede ser presidente del gobierno en España— no eximen de la responsabilidad, pero admiten la condescendencia; sin embargo, la intencionalidad torticera que se adivina en el texto no.
Levanta suspicacias también el hecho de que haga pública en estas fechas su preocupación por los problemas que el exceso de luminosidad supone para las investigaciones astronómicas y haya guardado silencio acerca de tales problemas en el largo ciclo festivo que anualmente se produce en nuestra tierra desde la primavera en Sevilla o Córdoba hasta bien entrado el otoño en Jaén. Tal vez su preocupación de estos días, en lo que a la problemática a que se enfrenta la investigación astronómica se refiere, esté relacionada con que algún astrónomo desee buscar estos días la popularmente conocida en nuestra tierra como «estrella del rabo».
Es cierto que en el caso de las ferias se trata de eventos cuya contaminación lumínica es local frente al carácter general que tiene la celebración de la Navidad, pero no deja de levantar suspicacias que su carta vea la luz estos días y que ignore o silencie intencionadamente el carácter religioso de la celebración. El señor director general no debe olvidar que la palabra Navidad procede de Natividad; es decir, nacimiento. Supongo que sabe a qué nacimiento se refiere, a pesar de que su casta reduce la Navidad a una manifestación folclórica, gastronómica y musical.
(Publicada en ABC Córdoba el sábado 10 de Diciembre de 2011 en esta dirección)