Una de cal y otra de arena para cada uno de los aspectos de la vida cordobesa. Nunca la alegría llega a ser plena.

EL año que se nos acaba se ha vivido, en medio de las dificultades que para muchos cordobeses supone su situación laboral, con ilusiones y decepciones.

Es la vida.

Ilusión vivida por miles de cordobesistas cuando el Córdoba CF regresaba, tras una larguísima ausencia, a la élite del fútbol español. Decepción con la trayectoria que, hasta el momento, lleva el equipo. Ilusión con que, por fin, hayan dado comienzo las obras de la Ciudad de la Justicia, después de una espera tan larga que hizo pensar que iba a vivir el sueño de los justos. Decepción con la situación en que se encuentra el Centro de Arte Contemporáneo, cerrado, sin uso y con demasiados dimes y diretes entre las administraciones, con mucha parte de culpa en lo que concierne a la Junta de Andalucía. Ilusión con el comienzo de los trámites para hacer realidad la Biblioteca del Estado, postergada durante años, en el lugar donde sin ningún género de dudas debe levantarse. Decepción con el número de parados que hay en Córdoba; la cifra pone en un brete al alcalde por prometer no presentarse a las elecciones que tenemos a la vuelta de la esquina, si no disminuía el paro que había en la ciudad en el momento en que empuñaba la vara de mando. Decepción con lo que ocurre en CECO donde sus representantes ocupan sillones en instituciones donde no ponen un duro y van a ser exonerados de ellas y con los trabajadores de la patronal sin cobrar desde hace algunos meses. Ilusión con que la Orquesta de la ciudad, gracias a la gestión de la concejalía de cultura del Ayuntamiento, esté dando pasos para salir de la complicada situación en que se encuentra y que ha podido llevarla a su desaparición. Decepción con el papelón que la consejería de Cultura ha tenido en este asunto, mostrándose cicatera y algo más. Ilusión con la desaparición de la curva de la A-4 que tiene nombre de una marca de objetos de cerámica. Decepción con la situación de la llamada Autovía del Olivar a su paso por nuestra provincia; la consejería dirigida por la cordobesa Elena Cortés no ha previsto inversión alguna. Ilusión con las crecientes cifras de quienes vienen a Córdoba e impulsan un sector tan importante como el turismo colocando la ciudad a la cabeza de visitantes entre las que son Patrimonio de la Humanidad. Decepción con la situación en que se encuentra el aeropuerto. Ilusión con la presentación del proyecto del Centro de Congresos, esperando que sea la versión definitiva después de los fiascos —incluidas tomaduras de pelo— en tiempos de la alcaldesa Rosa Aguilar. Decepción con el bochinche que se ha montado en torno a la Mezquita-Catedral a cuenta de denominaciones, usos, propiedad y otras cuestiones. Ilusión, en fin, con el repunte que se está viviendo estos días finales de 2014 en el comercio.

Es la vida misma, llena de ilusiones y… decepciones. La mayor de las ilusiones que el paro descienda, la mayor de las decepciones que, pese a que a las empresas se lo están poniendo como a Fernando VII las piezas en las cacerías, el empleo no acaba de despegar.

(Publicada en ABC Córdoba el 27 de diciembre de 2014 en esta dirección)

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