El presidente del Córdoba CF se postulaba a la Alcaldía tras el ascenso. Ahora, al albor de los resultados, obvia el asunto.

HACE algunos meses, Carlos González, presidente del Córdoba C.F. dejaba caer, como quien no quiere la cosa, su disposición a encabezar una candidatura a la Alcaldía de Córdoba en las elecciones municipales que ya tenemos a un tiro de piedra. Sus palabras, que tenían mucho de amenaza al alcalde, venían a cuento del apoyo que, según el presidente, el ayuntamiento cordobés ha de dar al Córdoba. También era una forma de presionar para la conclusión de las obras del estadio del Arcángel. Dicha posibilidad, que en Córdoba dista mucho de resultar una novedad, fue lanzada en unos días de vino y rosas para el presidente de la entidad deportiva. El Córdoba C.F. había logrado, tras 42 años, el retorno a la ansiada división de honor del fútbol español —gracias a una carambola del destino en el estadio de la U.D. Las Palmas, que todo hay que decirlo— y el presidente del club, que tiene los mismos tics que empiezan a despuntar en Pablo Iglesias, el de Podemos, con los medios de comunicación que no despiertan sus simpatías, aún no había bajado de la nube. Por aquellos días, previos al inicio de la temporada futbolística, las colas de aficionados ante las taquillas del Arcángel para hacerse socios del club, presentaban una imagen espectacular. Tanto como para que Carlos González se considerase un prócer con la popularidad suficiente como para arrastrar a un buen puñado de votantes y poder sentarse, como hizo el líder de UCOR, en el salón municipal de plenos.

Han transcurrido pocas semanas, las suficientes para que el equipo de nuestra ciudad muestre sus carencias de forma evidente. Es el único de la primera división que, después de haber disputado la quinta parte del campeonato, aún no conoce la victoria y se encuentra en el último puesto de la tabla.

En el Arcángel son ya muchos los que gritan contra el presidente, quien ya ha ofrecido la cabeza del entrenador. Quien apuntaba muy alto hace sólo unas semanas, empieza a ser cuestionado. Posiblemente eso explique que no haya vuelto a referirse a su posible candidatura para hacerse con un sillón en capitulares. Los clamores que genera el populismo suelen ser siempre efímeros y más aún en algo tan veleidoso como los resultados deportivos. Quien fiaba sus aspiraciones a gestionar los intereses de una ciudad que se acerca a los trescientos cincuenta mil habitantes sólo a la posibilidad de que un balón entre en la portería del rival, guarda ahora un elocuente silencio. Esperemos que los jugadores blanquiverdes acierten con el gol y llenen el Arcángel de éxitos deportivos.

El cordobesismo, que ha respondido, pese a los precios de los abonos —los más elevados de la primera división, por encima de los del Real Madrid o el Atlético de Madrid, campeón uno de la Champions League y otro de la Liga española en la pasada temporada—, se merece esos éxitos. Pero el señor González, a quien las lanzas se le han vuelto cañas, debería sacar lecciones de lo que está ocurriendo y no hacer veladas alusiones a algo a lo que, sin discutirle el derecho, no puede utilizar como un arma arrojadiza. Es algo que nos parece demasiado serio y Córdoba no se lo merece.

(Publicada en ABC Córdoba el 25 de octubre de 2014 en esta dirección)

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