Una nueva amenaza se cierne sobre el horizonte de la Ciudad de la Justicia cordobesa: la futura Ley de Planta Judicial.

A finales del siglo pasado se hablaba en Córdoba de la Ciudad de la Justicia. Eso de llamar ciudad —denominación que señala una población de cierta entidad y que es mucho más que una aldea o una simple villa, aunque Madrid no haya pasado de esta última categoría—, a lo que son un conjunto de instalaciones necesarias para prestar un determinado servicio, siempre me ha parecido ampuloso. Se han construido ciudades deportivas, ciudades de los niños, ciudades financieras… incluso a ciertos barrios se les denominó ciudades… hay algunos ejemplos más, pero a lo que íbamos. A finales del siglo pasado se hablaba de una Ciudad de la Justicia en Córdoba y… todavía seguimos hablando de ella porque esa ciudad está en los papeles.

El largo y complejo proceso —en otras capitales andaluzas no ha sido ni tan largo ni tan complejo— comenzó por la búsqueda del terreno donde levantar dicha ciudad y, según una costumbre arraigada por estos lares que incluso cuando las ubicaciones están claras, hay quien duda y las pone sobre la mesa, como en el caso de la Biblioteca del Estado. A la Ciudad de la Justicia se le buscó asiento en Turruñuelos, en la avenida Carlos III, en la ronda del Marrubial… hasta que por fin se encontró una parcela en el Campo del Moro que recibió las imprescindibles bendiciones. La parcela tenía casi dos fanegas de cabida y se consideraron suficientes… para construir la ciudad. El día en que quedó resuelto el problema estábamos ya en el 2004.

Desde entonces las casi dos fanegas siguen criando jaramagos en primavera, se convierten en un secarral en varano y la hierba reverdece en otoño si la estación no se presenta seca. Así han pasado diez años llenos de promesas incumplidas, de retrasos inexplicables y de otras complicaciones varias, incluida la adjudicación definitiva de las obras que iban a comenzar el próximo mes. Pero vuelven a sufrir un retraso porque la empresa adjudicataria no había contado con que en agosto el país se paraliza, con crisis o sin ella, y no ha podido resolver ciertos papeleos imprescindibles para el comienzo de las obras. Han pasado diez años y son siete los titulares que han desfilado por la consejería de Justicia, que se dice pronto, desde que Carmen Hermosín calificara de histórico el día en que las casi dos fanegas fueron puestas a disposición de la consejería de que era titular. Ha transcurrido tanto que ha habido tiempo para que una nueva amenaza se cierna sobre el horizonte de la Ciudad de la Justicia cordobesa. Está relacionada con la futura Ley de Planta Judicial que, tal y como está diseñada en este momento, revolucionaría el mapa judicial cordobés. Quedaría centralizado en un único partido judicial, con sede en Córdoba, que absorbería los que tienen su sede en diferentes poblaciones de la provincia. Si eso fuera así, las casi dos fanegas podrían quedarse pequeñas y, desde luego, habría que remodelar todo el proyecto. En definitiva, la Ciudad de la Justicia se encontraría con una nueva complicación.

Diez años transcurridos y siete consejeros desfilando por el cargo y ahora se anuncia que las lluvias de otoño, si llegan, prepararan la floración en primavera de un nuevo jaramagal en la parcela del Arroyo del Moro.

(Publicada en ABC Córdoba el 27 de agosto de 2014 en esta dirección)

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