Además de joya arquitectónica, es un lugar de historia. Por él pasaron los reyes Isabel y Fernando, Felipe II y Felipe IV.
El monasterio de San Jerónimo de Valparaíso podrá visitarse a partir del próximo otoño. El antiguo cenobio de los jerónimos ha estado al alcance de muy pocos durante muchísimo tiempo, al permanecer en un lamentable estado de abandono durante gran parte del siglo XIX, después de la exclaustración de su comunidad como consecuencia de la desamortización de Mendizábal. Amenazado de ruina, fue salvado de la destrucción al ser comprado hace un siglo (1912) por sus actuales propietarios los marqueses del Mérito. Las visitas que comenzarán en un futuro inmediato podrán efectuarse gracias al acuerdo de la Junta de Andalucía con la Universidad de Córdoba y sus propietarios.
San Jerónimo de Valparaíso, cuya construcción se inició a comienzos del siglo XV, concretamente a partir de 1408, es además de una de las joyas arquitectónicas de Córdoba, un lugar cargado de historia. Por él pasaron algunos de nuestros reyes. Además de Isabel y Fernando quienes prepararon entre sus muros el plan de ataque al reino nazarí de Granada, estuvo en él Felipe II cuando convocó cortes en Córdoba en tiempo de la rebelión morisca de las Alpujarras. También fue visitado por Felipe IV cuando iba camino del coto de Doñana, en 1624. La rica historia de San Jerónimo de Valparaíso también cuenta entre sus episodios la visita de don Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán con el propósito de profesar como monje jerónimo. Nos lo cuenta, en una historia inédita de Córdoba escrita en el siglo XVII, el jesuita, padre Alonso García de Morales. Señala dicho autor que, después de su primer paso por la corte, don Gonzalo sintió en su interior la llamada de la vocación religiosa, algo muy habitual entre los segundones de las grandes casas de la nobleza, como era su caso. Sin embargo, el prior del monasterio, a la sazón Fray Antón de Hinojosa —fue prior en varias ocasiones, la primera entre 1463 y 1467 y después a partir de 1469 hasta 1483 con intermitencias— le disuadió, diciéndole, según el mencionado autor: «¡Vete, hijo, con Dios, que para cosas mayores te tiene Dios guardado!».
Durante el segundo de los mandatos de fray Antón, el obispo de Córdoba, a la sazón don Pedro de Solier, tuvo que refugiarse tras los muros de Valparaíso para ponerse a salvo de los ataques de su sobrino don Alonso de Aguilar que era el hermano mayor de don Gonzalo. Las riñas familiares estaban a la orden del día en la Córdoba de la época y muy particularmente entre los diferentes linajes de los Fernández de Córdoba. Sonados fueron los desencuentros del señor de Aguilar y Montilla con el conde de Cabra. El obispo mencionado murió poco después y donó al monasterio, entre otros bienes, su biblioteca personal. La importancia del monasterio en la Córdoba del siglo XV nos lo proporciona el hecho de que el conde de Cabra pidiera que se le entregaran los 750.000 maravedíes que tenía allí depositados para efectuar obras en ciertos castillos. El dato nos señala que era utilizado como lugar de depósito de caudales.
Bienvenido, pues, el acuerdo que, en breve, permitirá visitarlo, aunque con importantes restricciones, porque San Jerónimo de Valparaíso es una de las joyas de la historia cordobesa.
(Publicada en ABC Córdoba el 5 de julio de 2014 en esta dirección)