Es el título de la obra de un autor egabrese aparecida en México más de un siglo después de su impresión y sorprendente desaparición.

ANGUSTIAS Salazar es el título de una obra escrita por un joven cordobés, concretamente un egabrense, a comienzos del siglo XX. Fue dada a la estampa en 1905. El libro en cuestión, una novela con tintes costumbristas y elementos históricos, vivió una serie de vicisitudes, si quieren una historia curiosísima —con ribetes estrambóticos— que es la razón principal por la que hemos querido dedicarle estas líneas.

Su autor fue don Antonio de la Yglesia y Varo, un brillante notario y singular personaje como lo evidencia el hecho de haber redactado su primera acta notarial en verso. Estaba casado con la cordobesa, doña Teresa Garay. Don Antonio era miembro de una ilustre familia de ideología conservadora en el sentido canovista del término. El joven, sin embargo, rompía la tradición ideológica familiar y estaba más ligado al pensamiento progresista en el sentido sagastino del vocablo. Dichas precisiones me parecen necesarias para evitar confusiones ante la deriva tomada en nuestro tiempo por estas calificaciones ideológicas. La distancia ideológica del autor con la de su familia le llevó a hacer pública confesión de su no vinculación a la masonería, ante ciertos rumores de que pertenecía a una logia masónica que provocaba y gran desasosiego y preocupación a su progenitora.

Don Antonio dio su novela a la estampa en Madrid y, como cualquier autor, esperó ansioso que su obra viera la luz y se produjera su llegada a las librerías. En la fecha establecida para su aparición paseó por los escaparates de las tiendas de libros, pero sufrió una gran decepción al comprobar que en ninguna de ellas se tenía noticia de Angustias Salazar. Pensó en un retraso culpando a los duendes de la imprenta y decidió aguardar unos días repitiendo visitas con el mismo resultado: Angustias Salazar no llegaba a las librerías. Amoscado, acudió a la imprenta dispuesto a interesarse por la causa de aquel retraso. Allí se llevó una monumental sorpresa. El impresor le comunicó que la obra estaba impresa, encuadernada, guillotinada y lista para su distribución en la fecha fijada, pero que la víspera de ser enviada a las librerías, se había presentado un señor que compró la totalidad de la edición y la retiró a sus expensas. Pidió al impresor que le describiera al extraño comprador y comprobó que el mismo no era otro que su progenitor. ¡Era su padre quien no deseaba que la obra llagase a los lectores!

El resultado fue que la compra paterna había llevado a la desaparición de Angustias Salazar de la que sólo pervivía en la memoria familiar el nombre. Me consta que descendientes del autor hicieron numerosas pesquisas para tratar de localizar algún ejemplar que escapara al destino que el padre de don Antonio había dado a la edición. Durante muchos años todos los esfuerzos resultaron baldíos. Lo único que se sabía de Angustias Salazar era su título. Hace poco tiempo la búsqueda dio sus frutos. Elena de la Yglesia Garay, localizó un ejemplar, procedente de una biblioteca mexicana. Ha sido el que ha permitido a la hija del autor que, más de un siglo después de su impresión y sorprendente desaparición, Angustias Salazar haya podido ver la luz en Córdoba.

(Publicada en ABC Córdoba el 6 de abril de 2014 en esta dirección)

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