Aznar, Rajoy o Wert esgrimen esta excusa para no acudir a determinados sitios. Sin bilocación, es un argumento frecuente.
Siempre han existido. Me refiero a los problemas de agenda. No hemos llegado todavía a la bilocación que Javier Sierra recoge, con todo lujo de detalles, en una novela preciosa titulada «La Dama Azul». Tiene como protagonista a sor María Jesús de Ágreda, quien fuera la principal consejera de Felipe IV en los últimos años de su reinado cuando la monarquía hispánica había entrado en caída libre e iba directa al despeñadero. Llamaba la atención del monarca el profundo conocimiento que una monja de clausura tenía de las cosas de su tiempo. Javier Sierra nos cuenta que, además de en la clausura de su convento, la presencia de sor María Jesús podía materializarse en lugares más mundanos, incluidas las tierras del imperio al otro lado del Atlántico.
Sin bilocación los problemas derivados de la agenda han sido y son frecuentes. Pero esa circunstancia no es óbice para que «problemas de agenda» sean esgrimidos como excusa para no acudir a determinados sitios donde tienen lugar eventos a los que se debe asistir, pero no se desea hacerlo por alguna razón. Últimamente, los problemas de agenda como excusa o como causa cierta de imposibilidad para ir a una cita están apareciendo en los medios de comunicación. Sin ir más lejos, en la convención vallisoletana del PP fueron esgrimidos por su presidente de honor para no asistir al cónclave de los populares. La ausencia de Aznar ha dado lugar a todo tipo de comentarios. Hay quien apunta que sus «problemas de agenda» son una respuesta calculada a los que tuvieron todos los ministros del gobierno y el propio Rajoy para excusar su asistencia a la presentación de su último libro. Lo dejaron más solo que a la una y Aznar, vengativo, ha esperado el momento en que más podía notarse su ausencia para devolverles la pelota. Hay quien apunta a mayores razones para explicarla y la sitúa en un desencuentro muy anterior y que tiene su origen en que Aznar considera que, después de haber ungido a Rajoy con su dedo poderoso, este no le tributa la pleitesía a la que se considera acreedor.
También tiene «problemas de agenda» el ministro Wert. Esa ha sido la excusa/razón que se ha esgrimido desde el ministerio de Cultura para que su titular no aparezca por la ceremonia de entrega de los premios Goya. Esta gente del cine -donde hay quien hacía películas que no se estrenaban porque lo que les importaba no era el séptimo arte, sino cobrar la sustanciosa subvención que por el hecho de hacer la película recibían- habrá pensado Wert, es un tanto meticona. El ministro, después de dos años en los que ha sido objeto de escarnio, befa, burla y recochineo, ha decidido que no vuelve a pasar por el trance. Ha endilgado la papeleta al secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, aduciendo que él ha de estar en Londres al otro día para entrevistarse con su homónimo de universidades británico. Al no tener en la cartera, al menos que sepamos, la erección de una Universidad en Gibraltar, el encuentro no tendrá, en cuanto a las formas, comparación posible con lo que le podía aguardar en la gala, a tenor de otros recibimientos que la han dispensado las gentes del ramo.
(Publicada en ABC Córdoba el 12 de febrero de 2014 en esta dirección)