El ganar cuanto más y mejor en el menor tiempo posible pudo crear en Córdoba otra tragedia como la del Madrid Arena.
LAS escalas de valores por las que una sociedad se rige pueden llegar a ser muy diferentes de una época a otra. Hoy los códigos de honor que, en otro tiempo, daban lugar a duelos mortales o a venganzas sangrientas son, salvo en grupos sociales muy concretos, un recuerdo del pasado. En otro tiempo el sostenimiento de la responsabilidad que se derivaba simplemente de la palabra dada era algo que se mantenía incluso en las circunstancias más difíciles. Aludo a la escala de los valores sociales porque en nuestro tiempo el lucro, al afán desmedido de riqueza, que no es otra cosa que codicia, está presente en los esquemas que rigen nuestra sociedad. El ganar cuanto más mejor y en el menor tiempo posible, que en todo tiempo tuvo sus seguidores, aunque la ganancia suponga graves vulneraciones es hoy el norte de ciertas actividades.
Acabamos de tener una experiencia en Córdoba que no devino en tragedia porque, a diferencia de lo ocurrido en el Madrid Arena con sus cinco víctimas mortales, el destino, la providencia o la diosa fortuna no quiso que la muerte marcase de nuevo la realidad de eso que ahora se llama una macrofiesta. Los ingredientes de lo ocurrido en la aglomeración que se produjo en el exterior y el interior de la discoteca Podiun se parecen como dos gotas de agua a los que desembocaron en la muerte de cinco jóvenes madrileñas. En Córdoba, a diferencia de lo ocurrido en Madrid, los cinco jóvenes sólo tuvieron que ser atendidos de heridas leves en el Hospital Reina Sofía.
Sin embargo, los indicios e incluso las evidencias de lo ocurrido en Córdoba presenta numerosas similitudes con en el caso del Madrid Arena. Las primeras investigaciones apuntan que en la discoteca cordobesa el aforo del local había sido claramente sobrepasado, al venderse más entradas de las que su capacidad permitía. Como en el caso del Madrid Arena la policía ha encontrado las entradas en un anexo, donde se ocultaban con plásticos y botellas las cajas que las contenían. Como en el caso del Madrid Arena las posibles responsabilidades se entretejen en una compleja maraña para diluir responsabilidades donde la administración apunta a la organización y la organización alude a una promotora externa en lo que a la venta de entradas se refiere. Como en el caso del Madrid Arena un botellón no autorizado produce otra aglomeración en los alrededores del local. Todo son similitudes. La única y sustancial diferencia es que en Córdoba en lugar de contar cinco muertos, sólo hubo cinco heridos, pero los ingredientes del evento podían haber llevado a resultados muy similares.
Hay quienes no escarmientan ni ante los trágicos antecedentes de unos sucesos que, por las mismas fechas —aprovechando una celebración festiva—, llevaron a la muerte a cinco jóvenes. El deseo desordenado de riqueza con una venta de entradas superior a la permitida, unido a una concentración nocturna no autorizada, han repetido casi miméticamente en Córdoba las circunstancias que en Madrid acabaron en una tragedia. En el fondo de todo esto solamente se vislumbra la lamentable escala de valores por la que se rigen ciertos sectores de la sociedad que hemos construido.
(Publicada en ABC Córdoba el 30 de octubre de 2013 en esta dirección)