¿Habrá chapuzas poco presentables, como en la banca española las hay, en la banca alemana?

LA vida está llena de paradojas y en el terreno económico son incontables. Ahora, en el tiempo que nos ha tocado vivir, las paradojas económicas son más del dominio público, al disponer la población de unas posibilidades de información como nunca habían existido anteriormente, aunque un amplio sector de población apenas se entera de lo que lee, según el informe PISA para adultos elaborado en los países de la OCDE. En nuestros días ciertos asuntos económicos que, hasta hace pocos años, eran coto de una minoría, han ampliado de forma notable su círculo de conocimiento, dejando de ser territorio ignoto. Tenemos ejemplos claros en la llamada prima de riesgo, en el diferencial con el bono alemán a diez años o en los llamados «estrés test» que se realizan a la banca. Una de esas paradojas se ha manifestado, precisamente, a cuenta de los «estrés test» que el Banco Central Europeo realizará a las instituciones financieras de la Zona Euro el próximo año. Varios países entre los que se encuentra Alemania, han pedido que se flexibilicen —no es necesario explicar lo que se esconde tras esta palabra— las normas de los test y que el listón de las exigencias no sea riguroso. En definitiva, Alemania pide árnica y que se le dispense un trato suave. Hemos señalado el caso concreto de Alemania porque fue la canciller alemana, Angela Merkel quien evitó que se inspeccionara a fondo la situación de las cajas de ahorro alemanas. Al mismo tiempo que se resistía a una inspección de sus entidades financieras —sobre todo de las cajas de ahorro— exigía un desnudo total al sistema bancario español, que fue minuciosamente auscultado por dos auditoras no españolas para poder acceder al rescate. Aquellas exigencias, encabezadas por la austera Merkel, dejaron al descubierto las vergüenzas de nuestro sistema financiero y dieron como resultado una realidad menos grave de lo que los más agoreros pronosticaban. Hubo quienes apuntaron a un rescate superior a los cien mil millones de euros que luego quedó deducido a poco más de la tercera parte de esa astronómica cifra.

Ahora las agudas cañas con que nos aguijoneaban los denominados europeos no periféricos —por contraposición al sambenito de periféricos que nos han endosado a los países de la Unión Europea ribereños del Mediterráneo— parecen haberse vuelto peligrosas lanzas y sobre ellos pende la amenaza del aguijón de una inspección rigurosa. Piden árnica al Banco Central Europeo. Solicitan flexibilidad en las inspecciones. En definitiva tratan de esconder posibles vergüenzas para que no sean de público conocimiento. ¿Habrá chapuzas poco presentables, como en la banca española las hay, en la banca alemana? Tal vez haya que poner en cuestión algunas cosas y tal vez también haya que poner en cuestión la soberbia de los que ahora piden árnica. Quizá también haya llegado el momento de preguntarse por la tan cacareada eficacia germana. No estaría de más hacerlo a ese grupo de jóvenes compatriotas abandonados en una ciudad de Alemania, víctimas de una chapuza… alemana. También a tanto agorero que mantiene un silencio oprobioso ante la petición de árnica formulada por Alemania. Tan oprobioso como el continuo vocerío con el que señalaban la inminencia del imperioso rescate, según ellos, que España necesitaba como país.

(Publicada en ABC Córdoba el 19 de octubre de 2013 en esta dirección)

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