Su festividad, el 29 de septiembre, se aprovechaba para renovar los arrendamientos rústicos y las rentas pactadas.

LA iglesia católica estableció en torno a los cambios de estación, en los que solía haber grandes fiestas relacionadas con los cultos de las religiones anteriores al cristianismo, importantes celebraciones que dieran un aire cristiano a esos momentos del año. La conmemoración de la natividad de Jesús se situó de forma que coincidiera con el solsticio de invierno, un tiempo al que los romanos dedicaban grandes fiestas, las denominadas saturnales. Era también la fecha en que la religión que rendía culto a Mithra celebraba el nacimiento de su deidad, el llamado Sol Invictus. Esa celebración era el 25 de diciembre. Parece ser que en los primeros tiempos del cristianismo el nacimiento de Jesús se había establecido en otra época del año, muy alejada del solsticio de invierno. La celebración de la Semana Santa —siendo una fiesta variable en función de la llamada luna de Nissan— está ligada al equinoccio de primavera, otro momento de cambio estacional. El solsticio de verano, fecha en que el sol alcanza su máximo esplendor, era celebrado en la cuenca del Mediterráneo con grandes rituales y se encendían hogueras con la finalidad de aumentar el vigor del astro rey. La iglesia situó la festividad de san Juan Bautista. El equinoccio de otoño se asoció a la festividad de san Miguel, el arcángel que dirige los ejércitos celestiales en su lucha contra las fuerzas del mal. Está considerado como el defensor de la iglesia y suele representársele como un ángel guerrero. Corona algunos monumentos tan emblemáticos de la cristiandad como la fortaleza romana de Sant’Angelo o la abadía del Mont Saint Michel en Francia.

Pese a que en Córdoba la devoción se centró en el arcángel san Rafael, san Miguel despertó la devoción en muchos pueblos de la provincia. En Lucena tuvo su ermita en un paraje denominado los Montes de San Miguel y con motivo de la epidemia de peste que azotó el sur de Córdoba hacia 1680, el cabildo municipal lucentino recibió una carta indicándole que si estimulaba la devoción al arcángel, éste acabaría con la epidemia. San Miguel es el patrón de Villanueva en cuyo honor se celebra una feria. También Sevilla celebra una feria en honor de San Miguel y en Úbeda, como Villanueva, se tiene a San Miguel como patrón de la localidad y las fiestas más importantes de la ciudad son en su honor.

Su festividad en el calendario litúrgico es el 29 de septiembre y esa es la fecha en que vencían y se renovaban los contratos de los arrendamientos rústicos y se pagaban las rentas pactadas. En una sociedad predominantemente rural, era un momento de gran importancia. Con la festividad de san Miguel se cerraba el estío festivo que había comenzado con san Juan y se daba paso al progresivo recogimiento del otoño. Los tiempos han cambiado y hoy es el comienzo del curso académico el que marca la pauta en el mes de septiembre y pone cierto orden familiar en el desorden veraniego. La sociedad es otra, pero todavía quedan rescoldos en algunos lugares con importantes celebraciones en torno al arcángel, si bien han desaparecido los ayunos de tres días a pan y agua en los que sólo se permitía comer raíces crudas, que suponían hitos en un mundo más rural y donde el calendario hablaba en cristiano.

(Publicada en ABC Córdoba el 28 de septiembre de 2013 en esta dirección)

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