La expresión “sentido común” suele asociarse con aquello que se considera razonable. Es una especie de don que permite discernir a las personas entre lo que es adecuado y lo que no lo es. Según el filósofo francés, Heri Bergson, el sentido común sería la facultad para orientarse de una forma práctica en la vida. Según el diccionario de la Real Academia Española, se definiría como el conjunto de creencias que son consideradas lógicas, prudentes y válidas en el seno de una determinada sociedad. También como la capacidad para juzgar los acontecimientos de una forma razonable.
Esta reflexión viene a colación porque Pablo Iglesias, el líder de Podemos, entiende, como de sentido común, que él sea ministro en el próximo gobierno de España que está por formarse. Iglesias supone que será un gobierno presidido por Sánchez, como candidato del partido más votado en las pasadas elecciones generales, aunque se encuentre muy lejos de lo que sería la mayoría absoluta, al contar con sólo ciento veintitrés diputados, cifra que dista mucho de los ciento setenta y seis que configuran dicha mayoría. Como la memoria suele ser frágil compañera, recuérdese que Rajoy había ganado las anteriores elecciones con una minoría superior a la de Sánchez -tenía ciento treinta y siete escaños- y no le resultó fácil conseguir la investidura y mucho menos gobernar. Entre otras razones porque el Sánchez jefe de la oposición se negaba a cualquier posibilidad de acuerdo con aquella frase lapidaria de “no es no”.
El sentido común de Pablo Iglesias, que le lleva a reclamar para sí una cartera ministerial, no parece tan razonable como señala el líder podemita. Los resultados de su formación en las pasadas elecciones generales supusieron un batacazo mayúsculo, al pasar de tener setenta y un escaños a quedarse con cuarenta y dos, algo más de la mitad. Como en algo más de la mitad se quedaron los votos obtenidos, pese a una participación mucho mayor. Por otro lado, resulta que el aporte de los diputados de Unidas Podemos no alcanza ni de lejos la ansiada mayoría que un ejecutivo necesita en el parlamento para poder gobernar.
¿Dónde queda, pues, lo razonable de su elevación al rango de ministro? ¿Dónde está el sentido común que afirma tener el hecho de que su persona lo sea?
Es posible que la explicación se encuentre en el sentido común que parece dictar algunas manifestaciones de referentes importantes de su formación, como la de afirmar -siendo una democracia el imperio de la ley- que cumplirán sólo aquellas leyes que les parezcan adecuadas, lo que supone saltarse a la torera aquellas que no les convenzan. Estos días los representantes de su formación en la mesa del Congreso de los Diputados han votado en contra de la pérdida de la condición de diputados a los electos independentistas que están siendo procesados. Pérdida que es obligada, según la legislación vigente, avalada incluso por un informe de los letrados.
La petición de Iglesias ha sido vapuleada, tras del varapalo electoral del domingo. Pero, una vez más parece que se hace bueno el dicho que es frecuente oír que dice que el sentido común, que según su definición debería acompañar al ser humano, es, sin embargo, el menos común de los sentidos. Al menos, es lo que trasluce la afirmación del líder de Podemos, a quien los electores han obligado a matizar.
(Publicada en ABC Córdoba el 29 de mayo de 2019 en esta dirección)